Rusia lanza un enorme ataque aéreo contra Ucrania después de días de combates intensificados
KIEV — Rusia atacó la infraestructura ya debilitada de Ucrania con más de 100 aeronaves no tripuladas, cohetes y misiles el viernes, disparando explosivos en las ciudades de todo el país, mientras que el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, regresaba de un viaje de tres días por Europa para pedir a los aliados de Ucrania enviar más armas, y más rápido.
Los ataques, el primer bombardeo aéreo en semanas, se produjeron al tiempo que se intensificaban los combates sobre el terreno, en lo que las autoridades ucranianas denominaron una nueva ofensiva de invierno.
Rusia ha estado enviando tropas y equipos al este de Ucrania, en la primera etapa de lo que los funcionarios ucranianos y occidentales dicen que será un gran impulso para absorber más de la región del Donbás antes de que Kiev pueda conseguir armamento más potente de Occidente y montar su propia ofensiva.
Los combates han sido especialmente intensos en torno a la ciudad de Kreminná, ocupada por Rusia, y la ciudad de Bajmut, en manos ucranianas, separadas por unos 50 kilómetros en el Donbás, una región rica en minerales en el este del país donde grupos separatistas habían emprendido una campaña, prolongada por un año, para separarse de Ucrania antes de la invasión.
Rusia ha logrado pequeños avances tácticos en la última semana, en medio de intensos combates y numerosas bajas en ambos bandos, según los analistas militares, pero hasta el viernes no había pruebas de un gran logro decisivo.
Las fuerzas aéreas ucraniana describieron el asalto aéreo del viernes como un “ataque masivo” y aseguraron que habían participado 71 misiles de crucero, siete aeronaves no tripuladas de fabricación iraní y unos 35 misiles S-300, misiles antiaéreos que Rusia ha comenzado a utilizar contra objetivos en tierra. Ucrania afirmó en un comunicado que había derribado 61 de los misiles de crucero y cinco de los drones, pero que no tiene capacidad para interceptar los S-300.
“Sus objetivos eran civiles, infraestructuras civiles”, dijo Zelenski, quien viajaba de regreso a Ucrania tras una escala en Polonia, en una declaración grabada en video. Y añadió: “Esto es terror que puede y debe ser detenido; detenido por el mundo”.
Funcionarios ucranianos dijeron que dos de los misiles rusos, disparados desde barcos en el mar Negro, habían cruzado el espacio aéreo de Rumania, que es un país de la OTAN, y de Moldavia, que no lo es, en su camino hacia Ucrania. Rumania rechazó la afirmación de que se hubiera violado su espacio aéreo, algo habría podido aumentar las tensiones entre la OTAN y Moscú.
Los misiles rusos han cruzado varias veces Moldavia, un pequeño país situado entre Ucrania y Rumania, a pesar de las protestas moldavas. La primera ministra de Moldavia anunció el viernes su renuncia en un cambio vinculado a los problemas que, según ella, ha causado la guerra, pero su partido sigue en el poder.
Zelenski ha argumentado en repetidas ocasiones que la OTAN también debe sentirse amenazada por Rusia, tratando de incitar a la alianza a involucrarse más en la lucha. En noviembre, sostuvo que una explosión al otro lado de la frontera en Polonia que dejó como saldo a dos personas fallecidas fue causada por un misil ruso, incluso después de que funcionarios polacos y de la OTAN dijeran que en realidad se trataba de restos de un misil de defensa antiaérea ucraniano.
Esta semana, Zelenski realizó una gira europea fugaz —su segundo viaje fuera del país desde que comenzó la guerra— para buscar el apoyo de los aliados de Ucrania y pedir armas más pesadas. Viajó al Reino Unido, Francia, Bélgica y Polonia, se reunió con jefes de Estado y se dirigió a los parlamentos británico y europeo.
Su presión ya ha contribuido a que Occidente se comprometa a suministrar una serie de sistemas de armamento sofisticados, como artillería de cohetes de largo alcance, tanques y misiles antiaéreos. El Reino Unido también está considerando la posibilidad de suministrar aviones de combate.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, viajará el 20 de febrero a Polonia, anunció la Casa Blanca el viernes, para reunirse con líderes de Europa del Este que han estado entre los partidarios más vehementes de Ucrania desde que comenzó la invasión rusa el 24 de febrero del año pasado.
Desde octubre, Rusia ha lanzado más de una decena de grandes oleadas de ataques contra las instalaciones energéticas ucranianas, así como otros muchos de menor envergadura, en un intento de apabullar a las defensas aéreas, que se han vuelto más hábiles a la hora de eludir los ataques. Las fuerzas rusas, frustradas en el campo de batalla, han pasado a intentar incapacitar a Ucrania y dejar a la población civil sin electricidad, calefacción e incluso agua durante el invierno.
El alcance total de los daños causados por los ataques del viernes no estaba claro de inmediato, pero la infraestructura energética se vio afectada en seis regiones del país, según el ministro de Energía de Ucrania, Herman Galushchenko.
“Se han introducido cortes de emergencia en muchas regiones”, dijo en un comunicado, y añadió que los trabajadores del sector energético se apresuraban a restablecer el suministro. La compañía eléctrica estatal Ukrenergo confirmó daños en varias infraestructuras de alta tensión en las regiones oriental, occidental y meridional de Ucrania.
Los misiles S-300 fueron disparados desde Bélgorod, en Rusia, y la ciudad ocupada de Tokmak, en el sur de Ucrania, hacia objetivos en las ciudades de Járkov y Zaporiyia, según informaron las autoridades.
Anatolii Kurtiev, secretario del Concejo de Zaporiyia, declaró que en menos de una hora se habían registrado al menos 17 ataques con misiles, el bombardeo más intenso desde el comienzo de la guerra. En Járkov, al noreste, se registraron al menos 10 explosiones durante la noche, según Oleh Syniehubov, jefe de la administración regional. En ambas ciudades, las autoridades dijeron que la magnitud de los daños no estaba clara de inmediato.
Mientras sonaban las alarmas antiaéreas y los civiles corrían a refugiarse, las unidades de defensa antiaérea de Ucrania se desplegaron en espacios abiertos con campos de tiro sin obstáculos alrededor de las principales ciudades, una serie de pasos que ya están bien ensayados, mientras las estaciones de radar monitoreaban los cielos.
“Apenas mi estación registra algo, lo vemos en el sistema” en un mapa computarizado, dijo el capitán Andriy, operador de radar, que, como otros miembros de su equipo, pidió ser identificado solo por su nombre y rango.
Ucrania utiliza nuevas armas de defensa antiaérea suministradas por Occidente, como los misiles IRIS-T, de fabricación alemana, y NASAMS, de fabricación estadounidense-noruega, así como sistemas antiaéreos más antiguos, de diseño soviético. Pero también cuenta con grupos móviles en camiones montados con ametralladoras, que pueden ser eficaces contra drones relativamente lentos. Los misiles antiaéreos portátiles disparados por soldados a veces pueden derribar misiles de crucero a baja altura.
“Esta mañana nos han pasado volando encima tres misiles balísticos, pero estaban demasiado lejos para derribarlos”, explicó el capitán Andriy. Maneja el radar de su grupo de defensa aérea y usa una tableta que muestra los misiles en vuelo por toda Ucrania, incluidos los que podrían pasar junto a sus ametralladoras.
Un soldado raso, que solo dio su nombre de pila, Oleksandr, pasó horas el viernes preparado con un misil portátil. No tuvo una oportunidad para utilizarlo, pero “estamos aprendiendo”, dijo. “Derribamos más estos días”.
Sobre Kiev, la capital, los cazas ucranianos surcaron el cielo para interceptar los misiles entrantes, y los sistemas de defensa antiaérea se activaron. Diez misiles fueron derribados sobre la ciudad, y las líneas de transmisión eléctrica resultaron dañadas, según el alcalde, Vitali Klitschko. Dijo que los ingenieros estaban trabajando para restaurar las líneas.
Sobre el terreno, las fuerzas ucranianas lucharon el viernes contra el avance de los rusos en los bosques cercanos a Kreminná, y mantuvieron posiciones defensivas cada vez más precarias en las trincheras heladas y los edificios destrozados de los alrededores de la ciudad en ruinas de Bajmut, según funcionarios ucranianos y analistas militares.
El ritmo de las operaciones rusas siguió intensificándose, pero la agencia británica de inteligencia de defensa afirmó que Kiev estaba consiguiendo mantener ampliamente sus líneas defensivas.
“Es bastante difícil para nuestros combatientes, pero controlan la situación” en Kreminná, declaró el viernes Serhiy Haidai, jefe de la administración militar regional de Lugansk, sobre los esfuerzos de Ucrania para repeler el asalto ruso.
Tras reclutar a unos 300.000 hombres el pasado otoño, Rusia tiene ahora unos 150.000 soldados en Ucrania, según los analistas, y podría enviar aún más, pero muchos de ellos son reclutas inexpertos con poca formación o motivación. Funcionarios estadounidenses calculan que hasta 200.000 combatientes rusos han muerto o han resultado heridos en el último año, más que el número que el Kremlin asignó inicialmente a la fuerza de invasión.
Desde que Rusia lanzó su invasión, sus fuerzas rara vez han logrado avances rápidos, más bien, sus avances se han desarrollado a lo largo de semanas y meses de agotadores combates. Han luchado durante varios meses para tomar Bajmut, que Moscú considera un punto de partida para atacar el bastión ucraniano de Kramatorsk, un paso vital para apoderarse de todo el Donbás, que Rusia ha anexado ilegalmente, a pesar de no controlar completamente la región. Además, tanto Kreminná como Bajmut están situadas a lo largo de importantes autopistas.
Rusia siguió avanzando lentamente en su esfuerzo por cortar el paso a las tropas ucranianas que defienden Bajmut, dijo el viernes la agencia británica de inteligencia de defensa.
El verano pasado, Ucrania abandonó las ciudades de Severodonetsk y Lisichansk ante la dura embestida rusa, en lugar de arriesgarse a que sus fuerzas quedaran cercadas. Pero Zelenski dijo recientemente que no habría tal retirada de Bajmut.
Colaboraron con reportería Maria Varenikova desde Kiev, Monika Pronczuk desde Bruselas y Richard Pérez-Peña desde Nueva York.