Chile rechaza la Constitución propuesta tras tres años de debate
SANTIAGO — Durante los últimos tres años, los chilenos han luchado por trazar un nuevo rumbo para su país con una nueva Constitución, escrita desde cero, que habría transformado su sociedad y otorgado más derechos que cualquier otro documento fundacional anterior.
El domingo rechazaron ese documento.
Los cambios propuestos querían convertir uno de los países más conservadores de América Latina en una de las sociedades más orientadas a la izquierda del mundo, pero los chilenos decidieron que esa propuesta iba demasiado lejos.
El rechazo fue un final abrupto a un proceso largo y por momentos doloroso que prometía una revolución política para el país sudamericano de 19 millones de habitantes, y que, en cambio, deja a Chile como un país profundamente dividido sobre su futuro.
Por ahora, Chile conservará el mismo sistema de leyes con raíces en la cruel dictadura del general Augusto Pinochet, quien gobernó de 1973 a 1990.
La pregunta sobre qué sigue para el país — y cómo podrá abordar los reclamos sobre la desigualdad que primero derivaron en protestas violentas y después en los esfuerzos de redactar una nueva Constitución—, está envuelta en incertudumbre luego de que el nuevo texto no convenció a los votantes el domingo.
Parece claro que los chilenos quieren algún tipo de cambio.
En una votación celebrada en 2020 después del surgimiento de protestas en todo el país, desencadenadas por un aumento de 4 por ciento en las tarifas del metro, y que tuvieron un saldo de 30 muertos en 2019, casi cuatro de cada cinco chilenos indicaron que querían una nueva carta.
Pero la visión transformadora presentada por la Convención Constitucional integrada por 154 constituyentes electos, muchos de los cuales no pertenecían a la política tradicional, resultó ser una reforma demasiado drástica para la mayoría del país.
Con el 72 por ciento de los votos contados, el 62 por ciento de los chilenos rechazaba el documento, y los líderes de la campaña para aprobar la nueva Constitución concedieron la derrota.
Ahora, el sistema político tradicional de Chile tendrá que decidir qué sigue. Los líderes políticos de ambos lados han dicho que la Constitución actual debe actualizarse o reemplazarse completamente, pero no está claro de qué forma ni cuándo.
Puede que los líderes conservadores intenten reescribir o cambiar el texto a través del Congreso, mientras que el presidente de Chile, el izquierdista Gabriel Boric, ha dicho que los votantes deberían elegir una nueva convención para redactar otra propuesta y comenzar de nuevo.
La votación del domingo fue un revés importante para Boric, un exlíder de las protestas estudiantiles, quien con 36 años asumió el cargo en marzo. En medio del aumento de la inflación y la delincuencia, se enfrentó muy pronto a la caída de sus índices de aprobación, y apostaba a que la nueva Constitución le permitiría ejecutar su visión izquierdista del país. Ahora, sin embargo, es probable que gran parte de su mandato quede sumido en más enfrentamientos políticos sobre el futuro constitucional del país.
Los votantes chilenos rechazaron una propuesta de 170 páginas y 388 artículos que habría legalizado el aborto, instaurado la atención médica universal, exigido paridad de género en el gobierno, otorgado mayor autonomía a los pueblos indígenas, empoderado a los sindicatos, fortalecido las regulaciones sobre la minería y brindado derechos a la naturaleza y los animales.
[Esta nota está en actualización].
Pascale Bonnefoy colaboró en este reportaje.
Jack Nicas es el jefe de la corresponsalía del Times en Brasil, que abarca Brasil, Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay. Antes cubría tecnología desde San Francisco. Antes de unirse al Times, en 2018, trabajó durante siete años en The Wall Street Journal. @jacknicas • Facebook